En julio de 2010, un grupo de campesinos encontró huesos humanos que sobresalían de la tierra. Llamaron a las autoridades, y al ver el estado de los huesos, creyeron que se trataba de un asentamiento antiguo. Cuando los arqueólogos llegaron al lugar constataron que en realidad se trataba de huesos humanos, con menos de 100 años de antigüedad.

Era una fosa común junto a la Fortaleza de Pedro y Pablo en San Petersburgo, que contenía los cadáveres de 80 oficiales militares ejecutados durante el Terror Rojo.

Para 2013 se habían encontrado un total de 156 cadáveres en el mismo lugar. 

Las fosas comunes en la Unión Soviética se utilizaron para ocultar el gran número de ciudadanos soviéticos y extranjeros ejecutados por el régimen bolchevique de Vladimir Lenin y Joseph Stalin.

En los últimos años de la URSS y después de su desaparición en 1991, se descubrieron campos de exterminio y cementerios. 
Entre el 5 de agosto de 1937 y el 17 de noviembre de 1938, la escala de asesinatos alcanzó su apogeo. 

En una serie de 12 «operaciones», la NKVD (policía secreta soviética) ejecutó al menos 680.000 personas. 

En julio de 1981, los departamentos de la NKVD en toda la URSS ya habían comenzado a reservar «zonas» especiales o áreas para el entierro masivo de aquellos a quienes ejecutaban. 
Para los lugareños, estos generalmente se conocían como campos de tiro del ejército.

La descripción generalizada de estos sitios como «campos de tiro» ha dado lugar a una confusión entre los campos de exterminio donde las víctimas fueron fusiladas y enterradas.

Con la aprobación de Stalin, el jefe de la NKVD, Lavrenty Beria, emitió órdenes de fusilar a 25.700 «nacionalistas y contrarrevolucionarios» polacos. En Katyn (región de Smolensk) en un sitio utilizado anteriormente para ejecutar a cientos de ciudadanos soviéticos. 

Los prisioneros de guerra polacos fueron fusilados allí por la NKVD en abril y mayo de 1940.