La revuelta de los Sonderkommando
Ester Wajcblum y su hermana Hana protagonizarian lo que se llamo la revuelta de los sonderkommando. Cuando tenían 19 y 14 años respectivamente, fueron asignadas a trabajar en la fábrica de municiones del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau.
Ahí, junto a otras tres mujeres, empezaron a esconder pequeñas cantidades de pólvora cada día hasta que tenían suficiente para un arsenal de explosivos.

Para pasar la pólvora la metieron en el interior de los cadáveres de sus compañeras, que iban camino a los hornos en el campo aledaño.
Los Sonderkommando de la 12ava generación, quienes habían planeado una rebelión, sacaban la pólvora de los cadáveres y las metían en latas de sardinas, que habían robado cuidadosamente de la basura de los guardias nazis.
De esta manera hicieron granadas y con pedazos de metal construyeron cuchillos, usando el fuego de los hornos crematorios para forjar el metal.
Estaban esperando mensajes de los Sonderkommando de campos aledaños, de los avances del ejército soviético hacia el territorio alemán.
Pero las noticias no llegaban, así que, sin apoyo logístico, la rebelión inició el 7 de Octubre de 1944.
Usaron una gran cantidad de pólvora para volar uno de los crematorios, mientras abrían las puertas de las celdas para que el resto de prisioneros pudiera escapar.
La alarma del campo sonó advirtiendo a los soldados nazis estacionados en batallones cercanos.
Pero los Sonderkommando habían repasado cada movimiento que los soldados hacían. Trataron de seguir con el plan. Sin embargo, cuando se enfrentaron a los guardias, no resistieron la tentación de la venganza.
Los amarraron y procedieron a quemarlos vivos en los hornos crematorios donde antes habían visto morir a familiares y amigos.
Esto les quitó tiempo y destruyó el plan que habían trazado.
Los soldados nazis llegaron con ametralladoras pesadas y abrieron fuego contra los prisioneros que trataban de escapar por la puerta.
Algunos intentaron escalar las mallas pero se electrocutaron inmediatamente.

Con las ametralladoras rompieron los techos del crematorio donde los Sonderkommando estaban escondiéndose y lanzaron explosivos al interior. Matándolos a todos.
Cerca de 200 prisioneros lograron salir del campo de concentración pero fueron «cazados» por los nazis.
Fueron obligados a echarse boca abajo y uno a uno recibieron un tiro de gracia en la nuca. Cientos de prisioneros lograron esconderse en los rincones del campo de concentración, pero muchos murieron de hambre o a manos de pobladores en busca de recompensa.
Ester Wajcblum, su hermana y las mujeres que ayudaron en la rebelión fueron apresadas y torturadas con violación y electricidad en los genitales, con el fin de sacarles información sobre los prisioneros que habían logrado escapar. Ellas nunca hablaron.
Fueron colgadas el 5 de enero de 1945 frente al resto de prisioneros. Una de ellas alcanzó a gritar «sean valientes y manténganse fuertes» antes de que su cuello se quebrara.
Siete días después el ejército soviético llegó a Auschwitz y liberó a los prisioneros que los nazis no alcanzaron a exterminar.